4/6/11

Como estar solo, por Tanya Davis


Si al principio estás solo, se paciente.
Si no has estado solo mucho tiempo, o si cuando lo has estado, no has estado bien, espera. Encontrarás que está bien estar solo una vez que te acostumbres.
Puedes empezar con los lugares aceptables, el baño, la cafetería, la biblioteca, donde puedes quedarte y leer el periódico, donde puedes obtener tu cafeína y sentarte y pasar el tiempo. Donde puedes recorrer los estantes y oler los libros; no se supone que hables mucho allí, así que es un lugar seguro. Está también el gimnasio; si eres tímido, puedes permanecer solo contigo y los espejos, y puedes colocarte los auriculares. Está también el transporte público, todos tenemos que ir a lugares. Y también la oración y la meditación, nadie va a pensar menos de ti si buscas la paz y la salvación.
Comienza por algo simple, las cosas que has evitado hacer basándote en el principio de “evitar estar solo”. El bar, donde estarás rodeado por otros “comensales”, empleados que solo tienen una hora y su pareja trabaja en el otro lado de la ciudad, y que, como tu, estarán solos.
Resiste la necesidad de usar tu teléfono celular.
Cuando te sientas cómodo con eso de “comer y huir”, invítate a un restaurant. No eres menos intrigante cuando estás comiendo el postre y limpias la crema del plato con tu dedo. De hecho, algunas personas en otras mesas repletas quisieran estar en tu lugar.
Ve al cine, donde está oscuro y relajado, solo en tu asiento en medio de una fugaz comunidad. Y después ve a bailar, a un boliche donde nadie te conozca; quédate a un costado hasta que las luces te convenzan más y más y la música te muestre cómo. Baila como si nadie te observara, porque probablemente no lo hagan. Y si lo hicieran, asume que es con las mejores intenciones humanas. La forma en que los cuerpos se mueven con el ritmo es maravilloso y atrayente. Baila hasta transpirar. Las gotas de sudor te recordarán las mejores cosas de tu vida.
Ve a los parques solo, y los árboles y los animales te observarán. Ve a una ciudad desconocida, vaga por las calles, siempre hay estatuas con las cuales hablar, y bancos hechos para sentarse que le dan a los extraños una existencia compartida aunque sea por un minuto; esos momentos pueden ser tan edificantes y la conversación que obtienes estando sentado solo en esos bancos son cosas que nunca sucederían si no hubieses estado allí.
La sociedad tiene miedo de la soledad. Como si los corazones solitarios se desperdiciaran en los sótanos. Como si la gente tuviese problemas si después de un tiempo nadie los invita a salir. Pero la soledad es libertad, respirar tranquilo y sin dificultad, y la soledad es reparadora si haces que lo sea. Puedes estar embebido en grupos y multitudes, y de la mano de tu compañero, observar más profundo y más lejos en busca de compañía. Pero ellos no están en tu cabeza. Y para cuando traduzcas tus pensamientos, su escencia puede haberse perdido, o tal vez conservado. Tal vez por el interés de amarse a uno mismo, tal vez por esos eslóganes sensibleros escuchados desde el jardín de infantes hasta la secundaria, que solo son palabras para soportar la soledad. Porque si eres feliz en tu cabeza, y aceptas la soledad, la soledad está bien.
Está bien si nadie te cree, todas las experiencias son únicas, y nadie que no tenga la misma sinapsis que tú puede pensar igual, mantener las cosas interesantes, las cosas mágicas. Y no significa que no estén conectados, que la comunidad no esté presente, solo resalta que eres una persona en una cabeza y siente los efectos de eso. Toma el silencio y el respeto. Si te gusta un arte que requiere práctica, deja de aplazarlo. Si tu familia no te comprende, o una religión no es para ti, no te obsesiones con eso. Podrías estar rodeado de gente en un instante si lo necesitas. Si tu corazón sangra, saca lo mejor de eso, existe el calor y el frío, se un testigo.

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